Para mi perro

Mi perro es especial, lo es porque tiene una habilidad innata, gustar hasta a quien no le gustan los perros. Es un salado, agradecido y un mimoso. Es muy hábil en las relaciones sociales, consigue apaciguar los ánimos, cambiar el rictus de la cara de las personas, insuflar ternura, provocar sensaciones …

Se lo rifan, la gente me pregunta por él, me expresa sus deseos de compartir unas horas de paseo con mi can, de quedárselo algunos días, incluso, la palabra “rapto” ha aparecido en algunas conversaciones (aquí es cuando empiezo a temblar).

Mi perro es un crack.

Pero entre tanto halago, YO, su dueña, soy quien le da de comer, de beber, quien le saca a dar grandes paseos. YO aparezco en muchas ocasiones como su prolongación. Incluso mi segundo nombre es el de mi perro, así me conoce mucha gente, así firmo muchos emails.

Estoy empezando a preocuparme – cabrearme – interrogarme. ¿La gente quedará conmigo por mi perro o por mi?, ¿los niños, sobrinos … querrán verme a mi o a mi perro?, ¿se acordarán de mi o de mi perro?, ¿mis amigas, amantes, ex, pseudonovias, familia querrán estar conmigo o con mi perro?.

Y así estoy, interrogándome. Algo de su carácter se lo habré pegado yo, ¿no?, o ¿me lo estará pegando él?. 


Hay gente fantástica a la que se conoce en mal momento y gente que es fantástica porque se la conoce en el momento adecuado

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