
Tic, tac, tic, tac …
Dos horas, una eternidad. No lo domino, ni mando, ni dirijo, me revelo y me entretengo con el lápiz, dibujo sin sentido, me levanto, salgo a la calle, a airearme, a respirar un poco, a aparentar que el tiempo me importa menos, a engañarle a ver si así vuelve a su ritmo habitual …
El día es fresco, me muevo ligera por el ajetreo de la calle, en un viernes que no es cualquiera …
Tic, tac, tic, tac
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