Delante del ordenador y del teclado no debería ser muy difícil desplegar palabras una detrás de otra, pero lo es. Depende de tantas cosas, de si hace sol, de la pierna con la que pisas nada más levantarte de la cama, de si el café te lo has tomado antes o después, de la conversación con la vecina antes de salir a la calle, de si el metro llega o no con retraso ... tantas cosas. 

A mi parece no estar costándome mucho, pero igual es porque estoy hablando de cosas vanales, bueno, no sé ni si llegan a tener la entidad de "cosas". Sea lo que sea hoy estoy escribiendo suelta, fluida y creo que sé el motivo. Sí, claro que lo sé, ayer puse mi casa en orden, una gran limpieza que me sirvió también para ordenar mis ideas y para recargarme de energía. Qué importante es adecuar tu entorno para sentirte bien, yo lo hice y me siento muy bien.

Yo también parece que tengo mis asuntos cogidos por pinzas y en vez de asustarme y hacer que de un paso hacia atrás, es como si me impulsase esa inestabilidad. Será un mecanismo para no bajar la cabeza y mantenerla alta. 
 


Hoy voy a decirlo: ¡cómo me amo!
Y tú ya no puedes hacerme daño.
Soy un ser divino, ven a adorarme.
¡Qué buena suerte amarme tanto!

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