Desconocía lo que iba a suceder, pero se sentaba a esperar. Hacía tiempo que soñaba mientras caminaba, mientras comía, mientras se despertaba… siempre lo mismo, siempre algo mejor. Cada mañana recorría su cuerpo el pensamiento difuso de un momento que no acababa de llegar. En la avenida, repleta de pasos que van y vienen, mira arriba, como queriendo encontrar una respuesta, los ojos contenidos a un llanto que se acerca, la mirada perdida y la respuesta que no llega.
Hace tiempo que de su mirada ha desaparecido la ilusión, las ganas, un rinconcito desde el que empezar de nuevo. Se pierde entre el ir y venir, se mezcla con la masa, desaparece entre los pasos, se desvanece el sueño.
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